Esta entrada está dedicada a todo aquél que disfruta de la fotografía de Rafael Sanz Lobato o no lo conoce, y que no ha tenido la oportunidad de acercarse por la exposición, abierta al público hasta el pasado 9 de marzo, que la Sala Amós Salvador ha acogido.
Rafael Sanz Lobato pertenece a una generación de fotógrafos irrepetible de posguerra que a partir de los años 50 dio a nuestro país una producción documental excepcional.
Estos fotógrafos rechazaron las herencias de preguerra y se desvincularon de ellas, trabajaron con espíritu transgresor respecto al entorno establecido.
La exposición se basa en tres pilares fundamentales.
Por un lado, se atiende al amplio trabajo de este fotógrafo como documentalista: "Bercianos de Aliste", "La caballada de Atienza", "La Rapa das vestas" o "Auto sacramental de Camuñas".
La realizada en la localidad de Bercianos, donde retrata de forma magistral la procesión conocida como del Santo Entierro, recibirá la atención de la revista americana Popular Photography, que en el año 1970 le publica un portafolio de 4 páginas.
Sanz Lobato es capaz de rememorar, entender e interpretar una manera de vivir en un período no muy lejano de la España profunda, donde el carácter y el alma de este país se manifiestan a través de los ritos religiosos o civiles. Una España profundamente religiosa, que respeta, siglo tras siglo, año tras año, los ritos marcados por la iglesia omnipresente.
Sus paisajes ilustran una España árida y al tiempo majestuosa.
En su evolución constante, Rafael Sanz Lobato afronta nuevos retos.
El segundo pilar de esta exposición lo conforman los retratos.
Más tarde, como colofón a su carrera, y última parte de esta exposición, se aproximará a la fotografía de la naturaleza muerta.
Una obra fascinante. Rafael es uno de los fotógrafos que ha sabido relacionarse con la gente, escucharla, respetarla y fotografiarla.
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