ART MADRID
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MANUEL ÁLVAREZ BRAVO

19.5.13
Desconcertante y poético:
El imaginario de Manuel Álvarez Bravo simboliza la contribución mexicana al lenguaje de la fotografía moderna.


La Fundación Mapfre, en su sala AZCA, ha acogido una colección de las fotografías realizadas durante ocho décadas por este fotógrafo. 




FORMAR

Álvarez Bravo destruye sus primeras obras y se entrega a la búsqueda de la fotografía "pura", donde las formas tienden a la abstracción


CONSTRUIR

En 1931 Álvarez Bravo gana el primer premio en el concurso patrocinado por la Compañía Cementera La Tolteca con su imagen Tríptico cemento-2.
A partir de entonces, ya sea una imagen abstracta o un motivo literal, la idea de construcción aparece de modo constante en su fotografía.


APARECER

Las primeras fotografías de Álvarez Bravo ofrecen una visión abstracta de los objetos retratados. Sin embargo, a partir de los años treinta comienza a fotografiar la ciudad de México, y sus motivos vuelven a reconocerse


Tanto en sus fotografías como en sus guiones de cine aparecen reflejos en espejos y cristales, así como trampantojos ópticos de la gran urbe. Se puede observar en su obra la clara influencia de la teoría del montaje cinematográfico.


VER

En la obra de Álvarez Bravo, la imagen se transforma en un elemento subjetivo e inestable, lleno de sugerencias oníricas.


YACER

Álvarez Bravo adquiere la cámara de cine utilizada por el camarógrafo Eduard Tissé en el rodaje de ¡Qué viva México! (Eisenstein, 1931). 
Su primera película experimental, Disparos en el Istmo, debe su nombre al incidente que hace posible una de sus más célebres fotografías, Obrero en huelga, asesinado (1934), en la que retrata el cadáver de un joven dirigente sindical muerto de un disparo. 


En 1945 Álvarez Bravo retoma este motivo de personajes yacentes en la película experimental ¿Cuánta será la oscuridad?.
Sin embargo, estas películas nunca se llegaron a estrenar y en la actualidad se desconoce su paradero.

EXPONERSE

La cámara de este fotógrafo se convierte en un espejo ante el cual la persona retratada se exhibe


La fotografía de Álvarez Bravo es una construcción retórica: un imaginario de motivos en el que se produce una tensión entre lo que se muestra y lo que se oculta.


CAMINAR

Es el mundo el que se mueve, no el fotógrafo, que pacientemente permanece siempre alerta.


SOÑAR

Para Álvarez Bravo el mundo visible es una ensoñación más: una imagen frágil, delicada y perecedera. 

La fotografía deviene poesía; sólo ésta capta lo mudable, lo intangible y lo incierto del paso del ser humano por la tierra.

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