"Un pintor netamente abstracto que de lo lírico derivó hacia lo constructivo. Construcciones sensibles las suyas, cargadas de honda espiritualidad; la pintura de Javier Victorero se produce en el límite de la visibilidad y en pos del más emocionante fulgor"
El pintor asturiano Javier Victorero expone, en la Sala Amós Salvador, un conjunto de cuarenta óleos y acrílicos seleccionados de entre la obra surgida de sus manos a lo largo de los últimos tres años, tanto en su estudio de Gijón como en la casa-estudio logroñesa donde residió el año 2013.
Victorero no es amigo de poner título a las exposiciones, sin embargo, la ha denominado 'En la quietud'.
«El título hace referencia a la vida de un pintor lento en el sentido de que las obras son lentas, están hechas de finas capas, de mucha meditación y observación, de mucho aprendizaje», explica. Una quietud que nada tiene que ver con la inactividad.
También hace extensiva esta 'quietud' al espectador. «Vivimos un tiempo vertiginoso y hay ritmos en los que no puedes aprender porque te llevan, y otros más lentos en los que eres más tú. Mi pintura reivindica un poco ese ser más tú, algo que me parece importante y sobre todo hoy en día».
La sala logroñesa acoge la pintura geométrica de Victorero reunida en las series 'Vanitas', 'Celeste', 'Bodegón español', 'Casa para Nano', 'Corazón de repuesto', 'Agua y ceniza', 'Estructura luminosa', 'Agua y ceniza', 'A tu encuentro', 'Brizna' y 'Aún aquí'.
Victorero emplea un lenguaje esencial de la pintura, la abstracción. Y lo hace a partir de un vocabulario básico basado en el color, las formas, las figuras, las líneas... Sin embargo, reconoce que no siempre abrazó la geometría «Yo antes era más de mancha; de hecho, la geometría nunca me gustó cuando la veía fuera de mí, me parecía fría». Con el tiempo y de una forma progresiva e inconsciente supo que no era así, e incluso que la geometría podría ser poética.
Esta exposición está abierta al público hasta el próximo 18 de mayo en la sala Amós Salvador de Logroño.
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